El Renacimiento es ante todo, un espíritu que trnasforma no sólo las artes, sino también las ciencias, las letras y formas de pensamiento. En su conjunto se ha visto una clara reacción al espíritu teológico de la Edad Media, sin embargo la ruptura no se produce de manera violenta porque no pocas de las concepciones que se van a desarrollar tuvieron su origen durante el medievo, y esto es claramente apreciable en el terreno artístico.
Durante buena parte del siglo XV perviven las formas del arte medieval, iniciándose una convivencia entre los clasicismos, que poco a poco van a ir imponiéndose a los elementos góticos en autores como Brunelleschi o Fra Angelico que ensayan movimientos que posteriormente se van a desarrollar. Esta serie de fenómenos nos dan a entender que hablar de ruptura no es del todo correcto, es quizá más una evolución que nos permite comprender mejor ciertas manifestaciones del siglo XV.
Este movimiento surge en Italia a fines del siglo XIV y principios del XV, expandiéndose con fuerza a Europa a mediados del siglo XV, y desde mediados del siglo XVI al mundo hispanoamericano. Es un movimiento universal pero que adopta las características y modos propios del pasado de las naciones a través de un proceso de asimilación. El que su origen sea italiano es porque Italia es fundamental por su pasado histórico que ahora se quiere recuperar e impulsar. Además hay otro factor relevante y es que en Italia nunca hubo un arraigo total y fuerte de lo medieval como ocurrió en Europa, precisamente porque aún estaba latente el espíritu clásico.
Politicamente Italia se organizó en torno a ciudades-estado que obtuvieron un gran auge artístico y político encabezadas por Florencia. Tras la muerte de Juan Galeazzo Visconti en 1402 los intentos por hacer de italia un reino unido bajo el mando de un solo gobernante, excedieron sus posibilidades reales. En el Renacimiento la historia de Italia es la de sus cinco estados principales: Florencia, Milán, Nápoles, Venecia y el Papado. Las constantes luchas por ampliar las fronteras hicieron posible la creación de un nuevo grupo social: los Condottierieran personajes especializados en la guerra, grandes estrategas que estaban generalmente al mando de una compañia, aunque, en última instancia, su suerte la decidían el poder, ls necesidades, los objetivos y los recursos del príncipe o Estado al que servía. Las guerras entre los estados italianos se hacían mediante contratos, por tanto a través de los condottiero, durante casi dos siglos. Esta tradición pseudo-mercenaria se hizo presente en europa desde el siglo XIII, gracias en parte al desarrollo económico de las ciudades, el crecimiento demográfico y la tradición de las Cruzadas, haciendo posible que parte de la clase de terratenientes se aúnen para producir un gran excedente de grupos armados fuertemente cualificados.
Desde finales de l siglo XV los condottieri fueron personajes para los que la guerra era una empresa esporádica más que una actividad permanente; la clave de este sistema se basaba en la condotta, contrato en el que se especificaban las condiciones de los servicios prestados por el capitan y sus soldados y su retribución por ellos. Este tipo de contrato se utilizó en otros ámbitos, gracias al nacimiento de una fuerte burguesía p´rospera que buscaba su propio beneficio. Nace ahora la clientela, debido a que la economía se va liberando y van tomando autonomía los pequeños comerciantes y banqueros que, con su mecenazgo, van a impulsar relaciones comerciales a nivel nacional e internacional. Pero este movimiento de capital no estaba controlado por un Estado fuerte que promoviera dichas iniciativas, sino que generalmente funcionaban como empresas privadas, gestionadas a menudo sobre una base familiar, subordinándose a la iniciativa de un linaje o clase social acomodada. Generalmente se trataba de aristrócratas que no eran miembros de la nobleza ni pretendían serlo, y, sin embargo, eran reconocidos como personajes de alto prestigio en la sociedad renacentista. Se mantenían al margen de la corte, valiéndose de la situación de que el príncipe o monarca no conocían los mecanismos financieros, abriéndose para ellos un campo extraordinario de oportunidades como operadores económicos o intermediarios entre ellos financiando algunos de los gastos extraordinarios de la corte. Pero aun sin pertenecer a la clase nobiliaria y eclesiástica, gracias a su capital rivalizaron con ellos.
El nacimiento del mecenazgo impulsó tambien planteaminetos gremiales, siendo la propia ciudad la que generosamente propició con los fondos de sus arcas el engrandecimiento de las ciudades. Así, por ejemplo, el Hospital de los Inocentes de Florencia fue costeado por el gremio del arte de la seda.
En esta épocael Imperio Bizantino se tambaleaba por los Turcos; la economía Europea estaba en crisis y las revueltas se propagaban. Esta etapa de crisis afectó al pensamiento: el escolasticismo de la Edad Media cae en un escepticismo radical. Los primeros pensadores cristianos concedían una primacía al espiritualismo sobre lo material, existía una visión providencialista, el poder de los Papas sobrepasaba al de los Príncipes y esto dio lugar a inicios del Renacimiento a enfrentamientos entre ambos poderes.
Teorías de inicios del Renacimiento proponen que el gobierno es una institución terrenal pero de origen divino. Surgen entonces nuevos pensadores que renuevan la teoría política, exigiendo la separación de poderes: el gobierno es una institución terrenal de invención humana que no tiene nada que ver con la divinidad. Uno de los primeros teóricos en afirmar esta otra teoría fue Dante, que, en su obra De Monarquia defiende la autoridad civil sobre la eclesiástica. Otros tantos pensadores proponen esta división como Marsilio de Padua y Guillermo de Occam entre otros.
La teoría política de este periodo llega a su culmen con Maquiavelo, pensador que influirá posteriormente en el pensamiento del Barroco. Este autor propone por primera vezla total separación de poderes entre la Iglesia y Estado, pero incluso fue más allá: en su obra Discursos afirmó que el objetivo de un buen gobernante debía ser el bienestar de su comunidad, por tanto el soberano podía saltarse cualquier cuestión moral, ética o religiosa.
La polémica estaba servida en los núcleos eclesiásticos, culminando con la Reforma. Todas estas ideas fueron posibles también gracias a los avances científicos de este periodo. La ciencia cobrará un fuerte desarrollo gracias al humanismo y a inquietud intelectual. El Humanismo tiene sus antecedentes en plena Edad Media, en la modernidad del pensamiento de Abelardo, filósofo francés del siglo XII, que propugno una filosofía individualista ensalzando la grandeza humana, en un momento en que domina la idea de Dios sobre lo terrenal. Un poco más adelante otro antecedente aislado fue la corriente humanista desarrollada en el siglo XIII en la Universidad de Charyres, donde se animaba a profundizar y conocer el mundo clásico. Este brote aislado francés se da en Italia en términos similares en los círculos cultos de Florencia, en la Academia Neoplatónica costeada por los Médici. El término Humanismus fue acuñado en 1808 por el alemám Netharmer, refiriéndose al valor formativo en la educuación de los clásicos grecolatinos. El humanista del Renacimiento era por definición un erudito, un hombre culto, enamorado de la antigüedad y perocupado por el estudio de todas las disciplinas en el campo del saber. Se siente atraído por la filosofía de Platón. Los dos máximos defensores de las concepciones platónicas fueron Marsilio Ficcino y Piccolo della Mirandolla, que fueron quienes fundaron la Academia Neoplatónica de Florencia.
Históricamente, el Renacimiento fue contemporáneo de la
Era de los Descubrimientos y las conquistas ultramarinas. Ésta «Era» marca el comienzo de la expansión mundial de la cultura europea, con los viajes portugueses y el descubrimiento de América, lo cual rompe la concepción medieval del mundo, fundamentalmente geocéntrica.
El Renacimiento comenzó en
Italia en el
siglo XIV y se difundió por el resto de Europa durante los siglos
XV y
XVI. En este período, la fragmentaria sociedad feudal de la Edad Media, caracterizada por una economía básicamente agrícola y una vida cultural e intelectual dominada por la Iglesia, se transformó en una sociedad dominada progresivamente por instituciones políticas centralizadas, con una economía urbana y mercantil, en la que se desarrolló el mecenazgo de la educación, de las artes y de la música.
El desmembramiento de la cristiandad y el desarrollo de los nacionalismos, la introducción de la
imprenta, entre
1460 y
1480, y la consiguiente difusión de la cultura fueron de la mano, potenciándose mutuamente, con la revolución operada en el mundo de las ideas. El determinante, sin embargo, de este cambio social y cultural fue el desarrollo económico europeo, con los primeros atisbos del
capitalismo mercantil. En este clima cultural de renovación, que paradójicamente buscaba sus modelos en la
Antigüedad Clásica, surgió a principios del
siglo XV un renacimiento artístico en Italia de empuje extraordinario.
Etapas
Diferentes etapas históricas marcan el desarrollo del Renacimiento:
La primera tiene como espacio cronológico todo el siglo XV, es el denominado
Quattrocento, y comprende el Renacimiento temprano que se desarrolla en Italia.
La segunda, afecta al siglo XVI, se denomina
Cinquecento, y su dominio artístico queda referido al Alto Renacimiento, que se centra en el primer cuarto del siglo. Esta etapa desemboca hacia
1520-
1530 en una reacción anticlásica que conforma el
Manierismo.
Mientras que en Italia se estaba desarrollando el Renacimiento, en el resto de Europa se mantiene el
Gótico en sus formas tardías, situación que se va a mantener, exceptuando casos concretos, hasta comienzos del siglo XVI.
En Italia el enfrentamiento y convivencia con la antigüedad clásica, considerada como un legado nacional, proporcionó una amplia base para una evolución estilística homogénea y de validez general. Por ello, allí, es posible su surgimiento y precede a todas las demás naciones.
Fuera de Italia la Antigüedad Clásica supondrá un caudal académico asimilable, y el desarrollo del Renacimiento dependerá constantemente de los impulsos marcados por Italia. Artistas importados desde Italia o formados allí, hacen el papel de verdaderos transmisores.
Los supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo estilo se remontan al siglo XIV cuando, con el
Humanismo, progresa un ideal individualista de la cultura y un profundo interés por la
literatura clásica, que acabaría dirigiendo, forzosamente, la atención sobre los restos monumentales clásicos.
Italia en ese momento está integrada por una serie de estados entre los que destacan
Venecia,
Florencia,
Milán, el
Estado Pontificio y
Nápoles.
La presión que se ejerce desde el exterior impidió que, como en otras naciones, se desarrollara la unión de los reinos o estados; sin embargo, sí se produjo el fortalecimiento de la conciencia cultural de los italianos.
Desde estos supuestos fueron las ciudades las que se convierten en centros de renovación artística.
En Florencia el desarrollo de una rica
burguesía ayudará al despliegue de las fuerzas del Renacimiento, la ciudad se convierte en punto de partida del nuevo estilo, y surgen, bajo la protección de los
Médicis, las primeras obras que desde aquí se van a extender al resto de Italia.
Arquitectura

Había dos tipos de edificios: religiosos (
iglesias) y civiles (urbanos y laicos). Los elementos constructivos más característicos son:
Estructurales:
Arco de medio punto,
columnas,
cúpula semiesférica,
bóveda de cañón y
cubierta plana con
casetones.
Decorativos:
Pilastras,
frontones,
pórticos, motivos
heráldicos,
almohadillados,
volutas,
grutescos,
guirnaldas y
medallones.
Desde sus inicios, la arquitectura renacentista tuvo un carácter profano y, lógicamente, surgió en una ciudad en donde el
Gótico apenas había penetrado, Florencia; en la Europa de las grandes
catedrales, se implantó con dificultades.
Se caracterizó por el empleo de proporciones modulares, superposición de órdenes, empleo de cúpulas e introducción del orden colosal.
En el
Quattrocento fue frecuente recurrir a columnas y pilastras adosadas, a los capiteles clásicos (con preferencia el corintio, aunque sustituyendo los caulículos por figuras fantásticas o de animales), los fustes lisos y el arco de medio punto, a la bóveda de cañón y de arista, así como a cubiertas de madera con casetones. Lo que fundamentalmente distingue a la arquitectura del Quattrocento de la del Alto Renacimiento (o
Cinquecento) es la decoración menuda (putti, guirnaldas de flores o frutos, grutescos, etc.), el alargamiento de la cúpula (catedral de Florencia, de
Filippo Brunelleschi) y las fachadas de piedra tosca (
Palacio Medici−Riccardi, de
Michelozzo di Bartolommeo) o con los sillares en realce (
Palacio Rucellai, de Bernardo Rosellino, proyecto de Alberti).
La arquitectura del Cinquecento tuvo como centro
Roma: En
1506 Donato d'Angelo Bramante terminaba su célebre proyecto para la
basílica de San Pedro en el
Vaticano. Los palacios se adornaron de valiosos bajorrelieves (Palacio Grimani de Venecia,
1549, obra de Michele Sanmicheli) o de esculturas exfentas (biblioteca de San Marcos,
1537–
50,
Venecia, obra de Jacopo Sansovino).
Arco de medio punto

El arco de medio punto, es el
arco que resulta de un semicírculo entero. Este arco comenzó a usarse en Mesopotamia (
Arquitectura caldea) en el tercer milenio a.C. Al parecer, de la
Arquitectura etrusca pasó a la
Arquitectura romana, que lo difundió por Europa y el Mediterráneo. Es, pues, característico del
arte romano y de todos sus herederos, entre ellos el
Románico.
A partir de la forma básica de arco con un sólo centro, se pueden distinguir varios derivados del arco de medio punto:
Arco rebajado: su forma es aplastada, bien por no ser un semicírculo (escarzano), bien por tener el centro geométrico por debajo de la línea de
impostas (carpanel). Habitualmente se distinguen estos dos tipos, aunque se les puede agrupar en el mismo apartado, pues ambos se dan en el final del
Gótico y el principio del
Renacimiento.
Arco peraltado, es un arco estirado por medio de una dovela recta colocada por encima de la línea de impostas, es muy característico del
Prerrománico, concretamente del
arte Asturiano.
Arco parabólico: fue usado por los
hititas y recuperado por
Gaudí, aunque su sistema de diseño era muy diferente.

Pilastra
Como una derivación del pilar exento, las pilastras se han utilizado generalmente como elemento de decoración, más que para soportar una estructura. Por eso, en la
Arquitectura clásica existe pocos ejemplos de pilastras, debido a que los elementos estructurales era fundamentales para estos edificios. Con la evolución de la Arquitectura y el mejor conocimiento en el empuje de las fuerzas para su sustentación, se va haciendo menos necesario el uso de pilares o columnas, pero como la finalidad decorativa de éstos era aún muy preciada, se va degenerando su posición hasta adosarse al muro o encastrarse, incluso, a la pared. Este punto de inflexión fue dado, en general, en la
Arquitectura renacentista, en especial en el
Cinquecento y
Manierismo y fue usada muy ámpliamente en el
Barroco, en especial en
fachadas y
altares. La proliferación de éstas en el Barroco hizo surgir variantes de la simple pilastra como la
estípite, pilastra o pilar cuyo tronco o fuste está en forma de tronco invertido de
pirámide, especialmente abundantes en el Barroco español.
Un caso particular de uso de pilastra se produce en la
Arquitectura gótica, donde los elementos de sujeción de las
bóvedas de crucería eran los pilares cruciformes (es decir, en forma de
cruz vistos en sección) y estos pilares tienen esta forma porque es un pilar que en cada una de sus cuatro caras se le ha adherido una pilastra, conformando el conjunto esta forma de pilares cruciformes tan característica del Gótico.
Columna (arquitectura)

Una columna es una pieza
arquitectónica vertical y de forma alargada que sirve, en general, para sostener el peso de la estructura, aunque también puede tener fines decorativos. De ordinario su sección es circular; cuando es cuadrangular suele denominarse
pilar o pilastra. La columna está comúnmente formada por tres elementos:
basa,
fuste y
capitel.
Atendiendo a su disposición en relación con otros componentes de un edificio, pueden distinguirse estos tipos de columnas:
Columna aislada o exenta: La que se encuentra libre y separada de cualquier cuerpo de la edificación.
Columna adosada: La que está yuxtapuesta a un muro u otro elemento de la edificación.
Columna embebida: La que aparenta estar parcialmente incrustada en el muro u otro cuerpo de la construcción.
En razón de su pertenencia a alguno de los
órdenes arquitectónicos clásicos, la columna puede ser:
Columna
dórica.
Columna
jónica.
Columna
corintia.
Columna
toscana.
Columna
compuesta.
Tomando el todo por la parte, es habitual clasificar las columnas según el tipo de fuste que posean. Así, cabría relacionar las siguientes:
Columna estriada o acanalada: Aquella cuya forma posee estrías o acanaladuras ornamentales en toda su longitud.
Columna fasciculada: La que tiene fuste compuesto, esto es, formado por una serie de otros delgados fustes agrupados.
Columna salomónica: La que tiene fuste torsionado en forma de espiral.
Columna agrupada o fasciculada: La que posee varios fustes con una basa y capitel comunes (típica del
Gótico).
El
arte románico y el
gótico han dado lugar a una gran variedad de columnas cuyo estudio corresponde a las monografías dedicadas a dichos estilos arquitectónicos.
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